Superstición |
Los rituales no son otra cosa que rutinas que nos sirven para realizar ciertas y determinadas acciones de manera automática, si los seres humanos no tuviéramos rutinas cada mañana comenzaríamos olvidando todo lo que hemos aprendido, visto de esta manera las rutinas son provechosas en tanto cumplan con este cometido pero serán potencialmente dañinas cuando se practiquen con fines distintos.
Hoy en día es común encontrar en los medios de comunicación masivo a toda clase de charlatanes,pseudomaestros de distintas denominaciones religiosas y de filosofías orientales, mercadeando con la fe de la gente, prometiéndoles cosas tales como: prosperidad, alejar los males, atraer a la pareja ideal o colocar el universo a su favor y para ello no tienen recato en asegurar que todas estas cosas son posibles conseguirlas solo con efectuar algún ritual que puede ir desde algo tan absurdo como ordenar la casa en cierta y determinada forma hasta realizar un pacto con Dios.
Parece pues increíble que en pleno siglo 21 estos atavismos, que debieron quedar sepultados después de la era de la ilustración donde el hombre paso de la superstición a la ciencia y de la monarquía a la democracia, algunas personas se sigan aferrando a este tipo de doctrinas o filosofías.
Nuestro cerebro evolucionó hasta convertirse en una criatura de hábitos con una baja tolerancia a la ambigüedad, cuando lo factico y lo impredecible toca a nuestra puerta necesitamos una respuesta y al no encontrarla recurrimos a este mecanismo para explicarnos el porqué, pero en la antigüedad no fue así el hombre primitivo estaba constantemente al filo de lo impredecible, la vida y la muerte convivían en perfecta armonía, no existían trabajos con beneficios de jubilación, ni siquiera el alimento estaba garantizado, quizás la industrialización y la tecnología han hecho una contribución importante en materia de progreso y de desarrollo pero todo eso ha venido aparejado con otros males.
Pero ¿Como lo combatimos?
Asumiendo una postura filosófica de flexibilidad, es decir comenzar por reconocer que la vida no es lineal, que existe la ley de las probabilidades, que a cualquiera le puede sobrevenir una época de crisis y que nadie tiene una vacuna para evitarla, que la prosperidad es el fruto de un esfuerzo sostenido e inteligente, solo a través de una acción física o alguna técnica psicológica un hombre puede inflingirle un daño a otro, en conclusión el hombre es absolutamente ajeno a alguna influencia metafísica, ningún rito atraerá o repelerá el bien o el mal.
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